¿Cuántas veces siendo niños anhelamos ser adultos?
Esa vida de libertad es muy seductora, esa vida que se ve tan maravillosa; en dónde podemos hacer lo que queramos, lo que se nos venga en gana; pero cuando somos adultos nos damos cuenta que no es del todo cierto; cuántas veces como padres en el afán de proteger a nuestros hijos de este mundo que día a día va en decadencia; en vez de enseñarles a luchar y a enfrentarse a lo que venga, los metemos en una burbuja para evitar que ni siquiera una pluma toque sus rostros.
Sé que no lo hacemos con mala intención, al contrario es el afán de ser buenos padre, de protegerlos, de cuidarlos, educar un niño no es nada fácil ya quisiéramos que llegaran con un manual debajo del brazo; pero lo que no nos damos cuenta es el gran daño que les estamos haciendo a largo plazo, los convertimos en presa fácil, les creamos un mundo mágico muy alejado de lo real y lastimosamente los padres no somos eternos, algún día ellos solos tendrán que enfrentarse a ese mundo del cual no les contamos.
Cuántos de ustedes a diario se ponen una máscara con una sonrisa perfecta, intacta e impecable, aunque por dentro están destrozados, es más fácil sonreír y aparentar que estamos bien, porque socialmente está “correcto” o simplemente porque es más fácil que responder preguntas incomodas, que tal vez no tengamos la respuesta o no queramos responder.
Cuántos de nosotros hemos querido gritarle al mundo que no estamos bien, que necesitamos ayuda, mas no lo hacemos por el temor de ser juzgados, rechazados, discriminados, tildados de locos, porque en pleno siglo XXI sigue siendo un tabú, un misterio hablar de tu salud mental cuando es algo tan común que a todos nos pasa. Es tan normal como hablar de un resfriado y una migraña, es aterrador tocar el tema, porque en el peor de los casos hasta nuestra fe puede ser puesta en tela de juicio.
Cuántas veces como adultos y niños hemos dicho u oído algunas de estas frases:
Yo tengo la razón porque soy grande, tu tan solo eres un niño, ¿que vas a saber?.
¿Qué problemas vas a tener pues tu eres tan solo un niño?, yo si tengo problemas reales.
Los niños no lloran o las princesas se ven feas cuando lloran.
¿Quieres que te de razones para llorar?
Estas y muchas más frases similares se encargan de anular las emociones de nuestros niños y los convierte en adultos que sienten, expresar sus emociones de mala manera es lo correcto, que sentirse triste es anormal, por eso poco a poco con el pasar de los años esas emociones se convierten en una bola de nieve. ¿O por qué no? en un monstruo que nos ha atormentado en las noches cuando ya todo está en silencio y tarde que temprano todo esta carga tendrá que salir de un modo u otro; esto y mucho más es lo que le sucede a nuestra protagonista en el cuento la princesa MILU en el libro viajes inéditos.
A veces cuando nos preguntamos ¿quién soy? nos vienen tantas cosas a la cabeza y al mismo tiempo no sabemos cómo responder, yo soy Luz Chaparro, tengo 26, viuda y la hija favorita de Dios.
A lo largo de mi vida muchas etiquetas me han puesto entre ellas una discapacidad visual, esclerosis, un trastorno esquizoafectivo, más al final del día estas cosas no me definen, aunque sí han influido positivamente.
Me enamoré perdidamente del arte, soy madre, hija, enfermera, farmaceuta, escritora, compositora, actriz y delantera en fútbol sonoro
Consideró que un día sin aprender es un día perdido, que cada día es una nueva oportunidad para poner ese granito de arena y hacer que el mundo en el que vivimos sea mejor, justo esto es lo que me motiva a escribir para ser la voz de aquellos que no pueden, contándoles esas historias que nos aterra contar.
Luz Yolanda Chaparro Martinez
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Link al Libro Viajes Inéditos:
https://itabooks.com/producto/viajes-ineditos-el-transitar-de-senderos-oscuros/
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